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5 de octubre de 2021
«Programación para todos» ayuda a dos personas a encontrar su vocación
A primera vista, nadie diría que Ben Robinson, de 16 años, y Lyndsey Balfe, de 38, tienen mucho en común. Viven en distintos países, se llevan una generación y no se conocen.
Pero, a pesar de todo, les une una experiencia compartida: los dos aprendieron a programar por sí mismos, y ahora usan Swift y el ecosistema de Apple para resolver problemas del mundo real, perseguir sus sueños y enseñar a otros a hacer lo mismo.
Ben Robinson vive con su familia en Londres. Desde muy pequeño le apasionaba la tecnología, y por eso con 13 años aprendió a programar él solo con los recursos de «Programación para todos» de Apple.
«Swift Playgrounds, y luego Xcode, siempre me resultaron muy manejables», explica Ben. «Tenía la sensación de que el siguiente paso siempre estaba a mi alcance, y paso a paso terminaba creando un programa entero».
Ben sufría ataques de pánico, y eso le llevó a cambiar de colegio varias veces. Para él, aprender a programar fue algo que le distraía de su ansiedad.
Con 14 años, Ben publicó su primera app en el App Store, llamada Anxiety Relief: Find Your Calm. Lo hizo después de que uno de sus terapeutas le sugiriera que empezara a hacer ejercicios de respiración profunda.
«Muchas de las apps que veía entonces se centraban en la medicación o no eran gratis, así que me propuse crear una herramienta gratuita que realmente me ayudara a mí y a otros», explica Ben.
La madre de Ben, Kara, notó enseguida un cambio en su hijo.
«Se notaba a simple vista cómo le calmaba», señala Kara. «Creo que se dio cuenta de que programar le ayudaba a superar la ansiedad. Fue capaz de usar los malos momentos que pasó para crear algo positivo que pudiera ayudar a otros, y ahora la programación es algo que le apasiona.»
Al comienzo de la pandemia, Ben creó una segunda app, un juego con el que sus amigos podían jugar a distancia, y también publicó actualizaciones para la primera, con novedades como Atajos de Siri y widgets.
Sus apps tienen miles de descargas, y ahora está trabajando en la tercera: una app de running que funciona con el Apple Watch.
Este año, Ben ha sido elegido vencedor del Swift Student Challenge en la Conferencia Mundial de Desarrolladores de Apple (WWDC), y ha visto vídeos de la WWDC de años anteriores que le han ayudado a profundizar en la creación de apps.
«La comunidad que se ha creado en torno al desarrollo de apps para iOS es increíble, y la red está llena de recursos», cuenta Ben. «Siempre encuentro lo que estoy buscando sobre distintos entornos, y hay un montón de gente que se enfrenta a los mismos problemas que tú y te aconseja en los artículos y los foros.»
En cuanto al futuro, Ben espera seguir creciendo como desarrollador y adentrarse en el aprendizaje automático y la inteligencia artificial. También le han pedido que ayude a llevar uno de los clubs de programación de su escuela este año.
«Poder colaborar con el club de programación y ayudar a otros a entusiasmarse por ella es una maravilla», dice Ben. «La programación me ha servido de mucho, y quiero que más gente sienta lo mismo que yo.»
En el Swords Community College de Dublín (Irlanda), la profesora Lyndsey Balfe comienza su clase de carpintería de cuarto asegurándose de que todos los alumnos tienen su iPad listo junto a las reglas y los escalpelos. En esta clase, los alumnos, de 15 y 16 años, tallan una hoja en la madera, aprenden los pasos del proceso y descubren cómo la programación puede ayudarlos en esa tarea.
«Todo el que haya tenido una clase práctica conmigo sabe por qué hacemos esto. Hacemos fotos de todo el proceso», explica Balfe, cuyos alumnos suben las imágenes a Keynote. «Las instrucciones son como una receta. Y cuando programamos, lo que hacemos es dividir el proceso en distintos pasos, que son los que tendremos que seguir.»
Balfe ve la magia del código por todas partes, y usa su lógica y su estructura no solo para enseñar a tallar madera, sino también diseño gráfico, tecnologías aplicadas y construcción.
«Programar es una actividad muy reflexiva», explica. «Al dividir la tarea en pasos, te preguntas por qué haces cada cosa. Ves el conjunto y las partes que lo componen. Queremos que los chicos aprendan a pensar de manera crítica, para que puedan afrontar los retos que les depare el futuro.»
Balfe sabe de primera mano cómo es aprender a programar, ya que ella lo hizo por su cuenta hace solo cinco años. Empezó con vídeos online, pero no tardó en sentirse frustrada.
«Cuando empecé a programar, me costaba mucho encontrar recursos o saber dónde acudir», explica. Pero eso cambió cuando descubrió «Programación para todos» de Apple.
«Cuando empecé con Swift Playgrounds, todo fue más fácil», dice Balfe. «Las actividades eran mucho más visuales, y había rompecabezas para resolver. Y solo ves las instrucciones que necesitas seguir en cada momento, así que avanzas poco a poco, y nunca te abrumas.»
Por esa época, Balfe se convirtió en Apple Distinguished Educator y empezó a trabajar en el centro Swords, donde dirige el programa que facilita un iPad a cada alumno y docente.
«Lindsey ha aprovechado el iPad, programas como Keynote y Pages y los principios de la programación para transformar la manera en que enfocamos las cosas», explica Aoife Smith, directora del centro Swords Community College. «Y todo eso se debe a que le apasiona enseñar a sus alumnos, y ellos están encantados con ella. Pero también entiende las dificultades que algunos de ellos encuentran, y quiere ayudarlos a superarlas.»
A Balfe le diagnosticaron dislexia hace 10 años, y esa vivencia se plasma en su manera de enseñar. Resulta especialmente patente en sus clases de programación, en las que pide a sus alumnos que diseñen el prototipo de una app para gente que vive en residencias.
«Quería que reflexionaran sobre qué pasaría si personas con discapacidades usaran sus apps», explica Balfe, que dio a cada grupo una situación diferente que resolver. «Uno de los grupos tenía que usar la app como si tuvieran artritis en los dedos, y otro tenía una discapacidad visual. Así logramos ver las apps desde distintos puntos de vista.»
Balfe considera que sus clases dan a sus alumnos la posibilidad de encontrar su propia vocación, sea la que sea.
«Mi mayor deseo es que cada uno encuentre lo que le apasiona, algo que vaya a disfrutar haciendo el resto de su vida», cuenta. «Me encanta darles todas las herramientas para que encuentren algo que dé significado a sus vidas. Adoro enseñar, y espero que ellos tengan tanta suerte como yo.»
Su alumno Marcel Czubak, de 15 años, usa la palabra «oide», que significa «maestra» en gaélico, para referirse a Lindsey, a quien considera la responsable de su afición a la programación.
«He trasteado un poco con Swift Playgrounds online, y cada vez me gusta más», dice. «Pero fue Oide Lindsey la que me animó a seguir adelante.»
Para celebrar la Semana Europea de la Programación, Apple ha lanzado un reto de diseño de apps inclusivas que puede encontrarse en apple.co/codeweek. Los profesores pueden usar el reto para ayudar a sus alumnos a aprender sobre inclusividad y accesibilidad con instrucciones paso a paso y a descubrir recursos, todo ello con consejos para adaptar las actividades para alumnos de todas las edades. Los alumnos podrán identificar los problemas que más les importan, y luego planificar, diseñar y compartir apps que todo el mundo pueda usar y comprender.
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