Artículo 12 de junio de 2019

Cuando las palabras no bastan, los profesores encuentran un idioma común con el iPad

Alumnos del centro Wilhelm Ferdinand Schussler usan el iPad como herramienta.
Alumnos del centro Wilhelm Ferdinand Schussler usan el iPad como herramienta en sus clases de alemán como segundo idioma.
This feature is part of a series of stories spotlighting teachers and students using innovative technology in the classroom.
Una voz exclama “sabah-ul-khair” y un coro le devuelve el saludo con entusiasmo. 
Al comienzo de cada clase de idiomas en el centro Wilhelm Ferdinand Schussler de Düsseldorf, Alemania, el profesor Nick Kyriakidis pide a un alumno distinto que diga “buenos días” en su idioma materno. Esta mañana, como ocurre muy a menudo últimamente, ese idioma es el árabe.
La diversidad de esta aula refleja el rostro cambiante de Alemania y Europa. En los últimos cinco años, esta zona ha recibido el mayor influjo de inmigrantes y refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. Muchos huyen de la violencia y la guerra en Oriente Próximo, lo que presenta una serie de retos muy específicos para los educadores, que no solo tienen que lidiar con distintos idiomas, sino también con alfabetos totalmente nuevos. En algunos casos, los recién llegados ni siquiera habían pisado un aula antes.
Nick Kyriakidis enseñando en el centro Wilhelm Ferdinand Schussler.
El profesor Nick Kyriakidis ha creado lecciones en Keynote adaptadas a sus alumnos.
Dos alumnos usando un iPad.
El iPad permite a los alumnos trabajar a su propio ritmo mientras aprenden un nuevo idioma.
Para Kyriakidis, de 47 años, y su compañero Sinaan El Haq Hadjeri, de 31, que imparten por turnos la misma clase en distintos días, una de las mejores herramientas de las que disponen para superar la barrera del idioma es el iPad. 
“Los niños se echan atrás cuando tienen miedo de cometer errores”, afirma Kyriakidis. “Si intentamos reducir esos miedos, nos resulta mucho más fácil trabajar con ellos, porque no tienen nada que perder”.
“Con el iPad es diferente a cuando escriben en papel y después yo lo corrijo con mi bolígrafo rojo y les digo que se han equivocado”, asegura Hadjeri. “[Con el iPad] aprenden por sí mismos”.
De los aproximadamente 325 estudiantes del centro, que provienen de 39 países distintos, alrededor de un 20 % son lo que llamamos alumnos de “Deutsch als Zweitsprache” (DAZ), es decir, “alemán como segundo idioma”. De los siete alumnos que hay hoy en clase, cuatro vienen de Siria y los otros tres de Afganistán, Iraq y Kenia.
Sinaan El Haq Hadjeri en clase con sus alumnos en el centro Wilhelm Ferdinand Schussler.
El educador Sinaan El Haq Hadjeri afirma que el iPad ha cambiado la manera en que sus alumnos conocen su nuevo entorno y se adaptan a él.
Desde que el centro comenzó a usar el programa que garantiza a cada alumno acceso a su propio iPad, el 100 % de los participantes se han graduado, un aumento de más del 20 %. Y en ningún caso es más evidente el cambio que en el de los alumnos de DAZ.
Entre ellos están Medina Ibrahim, de 13 años, y su hermano Mohammed, de 16, que llegaron a Alemania con sus padres y otros dos hermanos más pequeños. Su viaje desde Aleppo, Siria, les llevó a Turquía antes de que la familia se estableciese en Düsseldorf.
Medina dice que cuando llegaron se sentían muy solos porque no hablaban ni una palabra de alemán y les costaba hacer amigos. 
Sharleen Wambui (izquierda) y Medina Ibrahim trabajan juntas con sus iPad.
Sharleen Wambui (izquierda) y Medina Ibrahim trabajan juntas con sus iPad.
Mohammed Ibrahim mirando un iPad en su mesa.
Mohammed Ibrahim asegura haber aprendido mucho en el año que su familia lleva viviendo en Alemania.
A lo largo del año pasado, Medina, su hermano y el resto de niños de su clase han trabajado con sus iPad a diario, entre otras cosas con las lecciones que Kyriakidis les ha creado en Keynote. Hoy, Medina coloca las palabras de una frase en el orden correcto y usa las grabaciones de voz para decirla en alemán. Esto les da a ella y a sus compañeros la oportunidad de oír cómo suenan las palabras en alemán por sí mismos, sin miedo a hacer el ridículo, y les permite trabajar a su propio ritmo.
Centros de toda Europa están descubriendo nuevas maneras de usar la tecnología de Apple para ayudar a profesores y alumnos a conectar y comunicarse. 

“Quiero ser alguien que les da afecto, les enseña y les inspira. Que les ayude a alcanzar sus metas.”

En el centro Daniel Argote de Pau, Francia, los alumnos se van a casa con una lección en vídeo grabada por su profesor con el iPad, y al día siguiente repasan sus deberes en clase. De este modo, los alumnos cuyos padres no dominan el francés pueden ampliar sus conocimientos tanto dentro como fuera del aula. 
En el centro Stenkulaskolan de Malmö, Suecia, en el que un 98 % de los alumnos hablan sueco como segunda lengua, las notas en matemáticas han subido un 80 % desde que empezaron a mandarles para casa vídeos similares grabados en sueco por un profesor. 
En el centro St. Cyres de Penarth, Gales, por su parte, los alumnos de último año de la clase de inglés como segundo idioma mejoraron sus notas en 2018 una media de 3,8 puntos a lo largo del año, superando a compañeros que hablan inglés o galés como idioma materno por tercer año consecutivo.
En mayo, Apple anunció que el Malala Fund entraría a formar parte de su colaboración con el centro de formación profesional Simplon para enseñar el lenguaje de programación Swift a alumnos desfavorecidos de Francia, especialmente, y por primera vez, a mujeres jóvenes refugiadas y desplazadas. Los contenidos del plan «Programación para Todos» de Apple les ayudarán a lograr los conocimientos necesarios para lograr una carrera como programadoras de software. Apple proporcionará los fondos para seleccionar y formar a los profesores, así como los dispositivos, entre ellos varios iPad. 
Alumnos con sus iPad fuera de clase.
El iPad da a los alumnos la libertad de seguir aprendiendo fuera del aula.
A Kyriakidis y Hadjeri les habría encantado poder disponer de toda la tecnología y ayuda con las que cuentan sus alumnos cuando eran jóvenes. Los dos llegaron a Alemania siendo niños sin saber hablar el idioma, y saben bien lo que es sentirse solos en un lugar desconocido. Esta es también una de las razones por las que los alumnos tienen ese vínculo tan especial con sus profesores, y viceversa.
“Son como mis hijos”, asegura Hadjeri, que más de una vez ha llegado a clase y se ha encontrado que falta uno de sus alumnos, solo para descubrir que su familia había sido deportada. “Quiero ser alguien que les da afecto, les enseña y les inspira. Que les ayude a alcanzar sus metas. Lo que yo siempre quise y nunca tuve. Alguien que te ayuda a no desanimarte, a seguir intentándolo”.
Nick Kyriakidis hablando con sus alumnos.
Nick Kyriakidis siente un vínculo especial con sus alumnos de alemán como segundo idioma.
A lo largo de todo el año pasado, Medina y Mohammed han mejorado tanto que este será su último semestre de clases de DAZ con Kyriakidis y Hadjeri. Hace poco, Medina hizo una presentación en su clase de historia sobre Napoleón, creada en Keynote y de principio a fin en alemán. Algún día espera ser ingeniera, y su hermano quiere ser farmacéutico. 
Por medio de un traductor, Medina cuenta que era feliz en Siria, pero que en Alemania además se siente segura.
Este artículo continúa la serie que se centra en la manera en que profesores y alumnos usan las más tecnologías más punteras en el aula.

Imagénes del centro Wilhelm Ferdinand Schussler

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